Una especie de pez con una gran producción de crías o alevines, altas tasas de crecimiento, una dieta mayoritariamente vegetariana, resistencia a las bajas cantidades de oxígeno en el agua y con buena demanda en el mercado es el sueño de cualquier piscicultor.
Sin que hubiera grandes inversiones en innovación y mejoramiento genético, la cachama negra, también conocida como pacú negro o tambaqui (Colossoma macropomum), reunió estas características y llegó a una producción anual de 100.000 toneladas de pescado en Brasil, detrás únicamente de la tilapia, con alrededor de 500.000 toneladas.
La diferencia entre ambas especies radica en que la africana fue objeto de un gran programa de mejoramiento a partir de la década de 1980, en Asia. La variedad mejorada –conocida como GIFT (las siglas en inglés de tilapia de cría mejorada genéticamente)– es producida actualmente en 14 países, Brasil inclusive, y cuenta a su vez con una cadena de empresas dedicadas a la investigación y el desarrollo de productos orientados hacia ese mercado.
A causa de sus características naturales, la cachama negra, un pez nativo de los ríos amazónicos, es apuntada por científicos como poseedora de un gran potencial de mercado, y no solamente en Brasil sino globalmente, con perspectivas de convertirse en un verdadero producto básico brasileño. Empero, faltan inversiones en innovación, según consignan investigadores en un artículo publicado en la revista Reviews in Aquaculture.
“Un pez amazónico, con una alimentación un 75 por ciento vegetariana y un manejo muy fácil, posee un enorme potencial como producto sostenible, en momentos en que la acuicultura se encuentra bajo ataque debido a los impactos sobre el medio ambiente causados por el cultivo del salmón, por ejemplo, el primer pescado que se convirtió en commodity internacional”, comenta Alexandre Hilsdorf, primer autor del estudio, quien se desempeña como docente e investigador del Núcleo Integrado de Biotecnología de la Universidade de Mogi das Cruzes (UMC), en el estado de São Paulo, Brasil.
Este trabajo reúne el conocimiento más reciente sobre diversos aspectos de la cría de la cachama negra, desde la historia de su piscicultura en Brasil –los primeros intentos de domesticación datan de la década de 1930–, pasando por los sistemas de producción, la genética, la nutrición y las enfermedades, y llegando a los métodos de procesamiento.
El mejoramiento genético
Parte de la producción científica referente a esta especie de pez en los últimos años ha contado con el apoyo de la FAPESP, que financió investigaciones de algunos de los autores del trabajo, como el propio Hilsdorf, coordinador del proyecto intitulado “Estudio integrado de la genética cuantitativa y la genómica de características de interés zootécnico en cachama negras (Colossoma macropomum)”.
El investigador fue uno de los responsables de la secuenciación y el análisis del genoma de la especie, publicado en septiembre de 2021. Hilsdorf coordinó también el estudio que caracterizó a las cachama negras sin espinas intermusculares, aquellas en forma de “y” que se ubican dentro de la carne de algunas especies. En el marco de otro trabajo, se identificaron genes posiblemente asociados a la ausencia de esas espinas en la cachama negra.
En un trabajo anterior, su grupo estimó los parámetros genéticos de diversas características de la cachama negra, tales como los que determinan el área del lomo, uno de los cortes más apreciados por los consumidores. Reunidos, estos trabajos establecen parámetros científicos para el desarrollo de variedades genéticas mejoradas destinadas al mercado.
“El lomo de cerdo, por ejemplo, fue objeto de mejoramiento genético. Las razas porcinas que tenemos actualmente en Brasil se seleccionaron de manera tal que cuenten con una capa de grasa reducida y un aumento del área del lomo. El mejoramiento puede hacer que los cortes de cachama negra denominados como lomo, banda y costilla resulten en productos aún mejores que los actuales”, explica el investigador.
La ciudad de Manaos, capital del estado brasileño de Amazonas, es el principal mercado consumidor de cachama negra. Mientras que en la década de 1970 la ciudad dependía casi completamente de la pesca para suplir la demanda de este pescado, en la actualidad, los piscicultores de los estados vecinos –Acre, Rondônia y Roraima– constituyen sus principales proveedores.
En los restaurantes de Manaos, este pescado −fuera de la naturaleza el animal llega fácilmente a los diez kilos− fue reemplazado por los jóvenes ejemplares criados en cautiverio, que pesan entre dos y tres kilos. “Los dueños de los restaurantes prefieren estos últimos, que constituyen es un producto más estándar”, dice Hilsdorf.
Paradójicamente, las características que hacen a la cría en cautiverio de este animal tan ventajosa acaban por apartar a las inversiones en mejoramiento. Las matrices, peces que sirven como reproductores, aún hoy en día se les adquieren a otros piscicultores, o incluso se las captura en la naturaleza.
La gran producción de alevines (las crías) y el crecimiento rápido con relación a otras especies (pueden llegar a los dos kilos en un año), sumados su resistencia a los ambientes con poco oxígeno, hacen que los productores no inviertan en mejoramiento.
“El hecho de no invertir porque la especie ya tiene un buen rendimiento constituye un razonamiento equivocado. Si este pez llega a los dos kilos en un año, con mejoramiento podría llegar a ese peso en nueve meses, por ejemplo. Los productores que inviertan en ello comenzarán a venderle alevines o matrices a sus vecinos y se ubicarán a la delantera en el mercado. Es una inversión a largo plazo, de riesgo, pero la historia muestra que tiene retorno”, opina el investigador.
Estos peces viven en un rango de temperatura que se sitúa entre los 25 °C y los 34 °C, lo que mantiene su cultivo prácticamente restringido al norte de Brasil. El desarrollo de variedades resistentes a temperaturas más bajas, por ejemplo, podría hacer factible su piscicultura en el resto del país.
En lugar de ello, la solución encontrada fue el desarrollo de híbridos con especies que viven más al sur del ecuador, tales como el pacú blanco o cachama blanca (Piaractus mesopotamicus), cuyo cruzamiento resulta en el tambacú, y con la cachama roja, pacú panza roja o pirapitinga (Piaractus brachypomus), que originó la tambatinga.
“Contamos con recursos genéticos suficientes como para desarrollar variedades con distintos perfiles de tolerancia al frio, al escaso oxígeno en el agua, a enfermedades, sin espinas y con mayor producción de crías y de carne, entre otros. No necesitamos producir híbridos, que constituyen un riesgo para el mantenimiento de la integridad de los recursos genéticos silvestres debido a los escapes de la piscicultura. Los productores deben ir más allá, salir en busca de productos genéticamente superiores para afianzar una piscicultura económicamente y ecológicamente sostenible. Esto es lo que el mercado mundial demanda actualmente”, culmina el investigador.
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