Acabamos de conocer una verdadera primicia médica en el campo de los xenotrasplantes. Por vez primera se ha trasplantado en la Universidad de Maryland, en EE.UU., el corazón de un cerdo a una persona, un hombre de 57 años, enfermo grave y con su corazón seriamente dañado.
La presencia de otras patologías en esta persona le impedían ser un candidato para poder recibir otro corazón humano compatible. Por ello, la autoridad reguladora norteamericana, la FDA (Food and Drug Administration), autorizó este procedimiento experimental como uso compasivo, una vez este hombre estaba desahuciado médicamente. Por el momento, el xenotrasplante ha sido un éxito y el corazón del cerdo sigue latiendo en el tórax de este paciente.
Los xenotrasplantes son los trasplantes de órganos de animales a personas. La idea surgió hace más de 30 años, a principios de los 90, como una estrategia para paliar las reducidas tasas de donación de órganos para trasplante que afectan a las listas de espera. Un porcentaje variable de pacientes, según países y órganos, fallecen desgraciadamente antes de poder recibir el órgano que necesitan. Si pudieran disponer de un órgano animal que les permitiera ganar tiempo, podrían seguir en la lista de espera, confiando poder recibir el esperado órgano humano, lo cual sería un indudable beneficio para todos. En primer lugar para los pacientes, y también para el sistema nacional de trasplantes de un país. España ha sido tradicionalmente líder tanto en donaciones como en trasplantes realizados por millón de habitantes. Pero aún así, la necesidad de órganos supera las donaciones, por lo que los xenotrasplantes son una estrategia a considerar para solucionarlo. Los cerdos son el animal ideal para los xenotrasplantes, por su facilidad de poder criarlos, por su fisiología y metabolismo similares a los humanos, y también por el tamaño de sus órganos, compatible con los nuestros.
Los xenotrasplantes plantean un reto que hay que resolver científicamente. Nuestro sistema inmunitario rechazará un órgano porcino si pretendemos introducirlo en el cuerpo de una persona, al detectarlo como extraño. Los investigadores han tenido que encontrar una serie de trucos genéticos, inactivando genes del genoma del cerdo y añadiendo genes del genoma humano, para generar cerdos modificados genéticamente cuyos órganos puedan engañar a nuestro sistema inmunitario, camuflándose como propios para no ser rechazados. En este caso, los cerdos transgénicos fueron producidos por la empresa Revivicor, heredera de otra empresa anterior, ya desaparecida, PPL Therapeutics, que fue la responsable del nacimiento de la oveja Dolly, el primer mamífero clonado. Precisamente, la técnica de clonación de Dolly es la que se aplica para generar estos cerdos que portan nada menos que 10 modificaciones genéticas: cuatro genes inactivados del cerdo y seis genes humanos añadidos. Todo ello para combatir el rechazo fulminante y a medio-largo plazo que se produciría sin estas modificaciones genéticas. Estas incluyen la inactivación del gen de la hormona del crecimiento para evitar que el corazón del cerdo siga creciendo en el tórax de la persona.
En apenas unos meses hemos conocido dos avances significativos en xenotrasplantes. El pasado mes de septiembre conocimos un primer experimento de xenotrasplante realizado en el cuerpo de una mujer, declarada en muerte cerebral, a la que se le implantó un riñón de uno de estos cerdos transgénicos en una pierna, conectándolo a la circulación sanguínea y comprobándose que no era rechazado y funcionaba, pues produjo orina. Ese experimento duró unas 54 horas. Este límite ya se ha superado en este segundo xenotrasplante, y además el paciente se ha recuperado de la operación, que ha sido un éxito, y ha sobrevivido ya varios días. Confiemos que seguirá viviendo con un corazón de cerdo durante mucho más tiempo.
Durante muchos años, los xenotrasplantes se han validado en experimentos con animales, principalmente usando primates no humanos, babuinos; consiguiéndose supervivencias de muchos meses, hasta de varios años. Inicialmente se descubrieron unos retrovirus endógenos porcinos (PERV) que podían infectar células humanas en cultivo. Sin embargo, nunca se ha demostrado infección en animales. Se han obtenido cerdos sin PERV gracias a la edición genética con las herramientas CRISPR, que podrán usarse también para xenotrasplantes una vez les introduzcan el resto de modificaciones genéticas necesarias para evitar el rechazo. Los xenotrasplantes están de vuelta, y han llegado para quedarse. Estamos de enhorabuena.
Lluís Montoliu es investigador en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC)
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