Al medio día la leche materna es más rica en anticuerpos necesarios para el sistema inmune; a las 6 de la tarde en metionina, molécula esencial para el metabolismo y el crecimiento normal; a la medianoche en leptina, hormona que regula el apetito; y en la madrugada y hasta las 6 a. m. en hormonas relacionadas con el sueño. La crononutrición es la clave.
La crononutrición es un concepto creado en 1986 que sugiere que los alimentos tienen determinados efectos en el organismo según el momento en el que son ingeridos, por lo que se habla de una alimentación siguiendo el reloj biológico.
La variación en la composición de la lactancia materna a lo largo del día tiene efectos beneficiosos en el descanso nocturno, tanto de la madre como del bebé. Por ejemplo, en el día la leche materna es rica en cortisol y otros aminoácidos promotores de la vigilia, y durante la noche su composición cambia y se vuelve rica en sustancias promotoras del sueño como la melatonina.
La nutricionista – dietista Gloria Calderón Higuita, especialista en Nutrición Humana, explica que “la leche humana cambia con el tiempo, y como tiene cerca de 500 ingredientes –entre ellos células vivas– es imposible recrear en un laboratorio, por eso la importancia de que los bebés sean amamantados libremente a cualquier hora entre el día y la noche”.
La experta también señala que otra forma de proteger la lactancia materna es que antes de extraer la leche a la mujer se le haga un masaje de oxitocina (hormona producida normalmente en el cerebro).
Éste consiste en frotar la espalda de la madre que, sentada frente a una mesa, se inclina hacia adelante, dobla sus brazos sobre la mesa y hace que su cabeza descanse sobre sus brazos, mientras los pechos cuelgan libremente, sin ropa.
Según la Organización Panamericana de la Salud, los trabajadores de la salud también deben proteger la lactancia, y para esto, no deben aceptar muestras gratuitas de sucedáneos de la leche materna (todo alimento comercializado o presentado como sustituto parcial o total de la leche materna, sea o no adecuado para ese fin) ni anuncios sutiles.
“Deben actuar como agentes protectores rechazando la capacitación en salud o nutrición que son pagadas por las compañías farmacéuticas, así como viajes y otros beneficios”, advierte la especialista.
Responsabilidad compartida, desde el inicio
Según la doctora Calderón, “la responsabilidad compartida se debería dar desde el inicio del ciclo de lactancia; desde el nacimiento todo se debe articular para que salga de la mejor manera, recordando que el nacimiento es el acto de mayor trascendencia en la vida del ser humano, ya que las primeras sensaciones y mirada al mundo quedarán marcadan para siempre en el cerebro del recién nacido”.
La especialista explica que cuando el bebé nace hace nueve cosas que tardan 50 minutos en promedio: lo primero es el grito o llanto de nacimiento, luego viene una relajación en la que escuchan los sonidos internos de su madre, pues es lo que ha escuchado toda su vida; después despierta y abre los ojos, y en la cuarta etapa hay actividad, se lleva el dedo o el puño a la boca o toca el pezón.
“La lactancia es muy instintiva y los niños nacen con 20 reflejos primitivos que son los que le ayudan a llegar al alimento. Sin embargo, la mecánica de sucesión, que sería la quinta fase, se puede complejizar si el parto es demasiado largo o se cambia de un parto natural a cesárea. Todos estos cambios hacen que el bebé se altere, porque sienten el temor y estrés de su madre que puede llegar a afectarlos”.
El sexto paso es el rastreo, cuando el niño se arrastra al pecho de la madre; luego viene la familiarización con su mamá, seguida de la etapa ocho, en la que el niño busca pegarse al pecho, y el noveno es cuando la madre y el bebé se quedan dormidos.
“El día que el niño nace entra en un sueño profundo hasta más de 12 horas, por lo que puede ser común que duerman mucho, y para que el bebé esté a una temperatura adecuada y poder calmarlo correctamente, se debe buscar el contacto piel con piel con su madre”.
Los aportes de la especialista se dieron durante la charla “Proteger la lactancia materna: una responsabilidad compartida”, del programa #SaludUNALContigo, de la Facultad de Medicina de la UNAL.
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