El bosque esclerófilo de Chile se extiende desde la Región de Coquimbo hasta la Región del Bío-Bío y se compone principalmente de Lingue (Persea lingue), Belloto del Norte (Beilschmiedia miersii), Peumo (Cryptocarya alba), Quillay (Quillaja saponaria), Boldo (Peumusboldus), Vautro (Baccharis rhomboidalis) y Espino (Acacia caven). Estas especies mediterráneas son el foco de dos estudios que buscan identificar las causas de la muerte de árboles que estaban siendo cuidados de forma especial en un plan de restauración ecológica.
Ambos proyectos son liderados por los profesores Nicola Fiore, académico del Departamento de Sanidad Vegetal de la Facultad de Ciencias Agronómicas, y Carlos Magni, académico del Departamento de Silvicultura y Conservación de la Naturaleza de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza, quienes coincidieron en que la crisis climática está afectando el desarrollo de las especies vegetales y que se debía comprender la situación sanitaria del bosque esclerófilo para hallar la causa de muerte de estas especies.
En los últimos años, se ha observado una alta mortandad de árboles del bosque esclerófilo, cuya causa más probable es la situación de déficit hídrico actual, pero en algunos casos, esta no es una explicación que satisface completamente lo observado, teniendo plantas sanas y enfermas coexistiendo en un mismo sector.
De esta manera surge el proyecto 'Identificación de virus, viroides y fitoplasmas como potenciales agentes de daño en especies del bosque esclerófilo de la Región Metropolitana', del Fondo de Investigación del Bosque Nativo (FIBN) de la Corporación Nacional Forestal (CONAF) en la línea 8 de Sanidad Forestal. La iniciativa consiste en un trabajo interdisciplinario que permite la colaboración entre la Universidad de Chile y la Reserva Natural Privada Altos de Cantillana, de la Provincia de Paine, en la Región Metropolitana.
De acuerdo al profesor Nicola Fiore, director de este proyecto de investigación, tanto a nivel mundial como nacional, la información disponible acerca de enfermedades causadas por virus, viroides y fitoplasmas en el ámbito forestal es escasa, más aún si se trata de recursos forestales no maderables. Una falta de conocimiento que induciría a pensar que las enfermedades causadas por estos patógenos son poco frecuentes y de reducida importancia.
La presencia de estos fitopatógenos puede relacionarse con múltiples síntomas en hojas. Asimismo, también afectaría el desarrollo de la planta y su susceptibilidad a otros factores de estrés, tanto bióticos como abióticos.
“Carlos Magni con su equipo observaron muerte, decaimiento y otros síntomas en los árboles de su proyecto de restauración. Había amarilleces, mosaicos, escobas de brujas, necrosis y desecamientos de parte de la canopia de los árboles. Típicos síntomas de la presencia de un virus, viroides y/o fitoplasmas que se están haciendo cada vez más agresivos en condiciones de sequía como la que está generando el cambio climático en la Zona Central del país”, explica el profesor Fiore.
Por su parte, el profesor Carlos Magni, coinvestigador de la iniciativa, puntualiza que varios de los árboles de su proyecto de restauración empezaban a morir desde los cinco o siete años de vida y que, pese a que no sufrían estrés hídrico por estar siendo regados en condiciones controladas, presentaban los síntomas descritos.
“Hay una gran experiencia adquirida en la fitopatología de las especies vegetales de interés agronómico que se puede aprovechar para estudiar las condiciones sanitarias de las plantas forestales, y este problema que estamos viendo en la Reserva Altos de Cantillana, en el sector de la Laguna Aculeo, se intensifica por las variaciones ambientales que conlleva el cambio climático. Al principio, con otro proyecto que estoy desarrollando, pensamos que era deficiencia de nutrientes, pero la hipótesis de la presencia de un problema ligado a la sanidad vegetal ha tomado cada vez más cuerpo”, afirmó el profesor Magni.
Los investigadores señalan que, a través de este proyecto, se propone realizar una prospección de virus, viroides y fitoplasmas, utilizando como base del estudio la metodología conocida como HTS, del inglés High-throughput-sequencing, que consiste en obtener las secuencias de los genomas de estos patógenos. Esta aproximación metodológica permite identificar tanto patógenos conocidos como otros patógenos no descritos anteriormente.
“Con esta iniciativa podremos obtener una fotografía del problema. Identificar los patógenos presentes nos permite deducir informaciones acerca de los vectores involucrados en la diseminación. Además, la obtención de las secuencias de los genomas de virus, viroides y fitoplasmas, permitirá generar herramientas de detección rápida con las cuales ampliar el monitoreo y realizar selección de plantas libres de patógenos para la multiplicación vegetativa”, aseguró el profesor Fiore.
El uso de plantas libres de patógenos sería de gran utilidad en los planes de restauración ecológica. “Desde el punto de vista de la restauración activa, nosotros mismos podríamos involuntariamente diseminar los patógenos cuando, en los proyectos de restauración, usamos plantas infectadas”, sostuvo el profesor Magni.
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