Con la aplicación de un análisis estadístico a cada resultado, se evidenció que en los niños con parálisis cerebral habría una pérdida de control oculomotor, ya que los patrones oculares (movimientos de los ojos) mostraron diferentes trayectorias en comparación con los de los niños sin esta condición.
Esta es la propuesta de la terapeuta ocupacional Jully Pauline González Huerta, magíster en Ingeniería Biomédica de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien explica que mediante esta metodología –basada en un análisis cuantitativo del movimiento ocular– se podría caracterizar el cuadro clínico de estos pacientes y acercarse a un seguimiento personalizado.
“Esta podría ser una herramienta que evalúe cuantitativamente la mejoría del paciente. Los resultados nos permitieron ver las diferencias durante el seguimiento visual, mostrando que se puede aplicar en el campo de la rehabilitación y cuantificar la evolución de los pacientes durante el tratamiento terapéutico”, asegura la investigadora.
Aunque desde 1987 se han hecho estudios de análisis visual mediante diferentes estrategias y dispositivos para hacer grabaciones del sistema ocular, muchas de estas técnicas tienen la desventaja de que dependen de equipos costosos (alrededor de tres millones de pesos) y que no siempre estarán disponibles en las IPS del país. Además, según la investigadora González, algunos equipos también resultan muy sensibles a ciertos parámetros, impidiendo, por ejemplo, que los niños con lentes no puedan ser evaluados con estos dispositivos.
Pruebas de validación
“Antes de validar el método lo probamos en cuatro casos de niños de cuatro, seis y nueve años, en los cuales clasificamos sus alteraciones de 1 a 5 (1 quienes no tenían alteraciones motoras y 5 el que más tenía limitaciones y es más dependiente). A través de una entrevista y una evaluación neuromotora analizamos el diagnóstico de cada uno de ellos para conocer el tipo de alteración y unos tests complementarios”, detalla.
Durante la aplicación del método se capturó video de los ojos de los niños, para lo cual se usó la imagen de una carita feliz en un fondo negro que se movía de izquierda a derecha a una velocidad constante, y así ver la fijación y coordinación del niño. En otra de las tareas, el dibujo aparecía y desaparecía en los mismos puntos para evaluar el movimiento rápido de los ojos.
Después se hizo un preprocesamiento de las imágenes y se extrajeron algunas características importantes, y por último se hizo un análisis estadístico que permitió calcular una aproximación del campo del movimiento. Esta metodología fue validada con 42 pacientes (26 niños con parálisis cerebral y 16 niños-control entre los 2 y 13 años), seleccionados con el apoyo de una IPS.
“Aunque el modelo planteado es más amplio y requiere más análisis, es bastante económico y puede ser una herramienta aplicable en el entorno clínico, ya que no todos los centros tienen equipos para terapias ocupacionales. Es bastante sencillo, robusto en los resultados y en la caracterización de diferencias que permitan indicar que efectivamente se trata de un paciente con parálisis cerebral”, subraya la magíster de la UNAL.
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