Los académicos Patricio Rojo, director del Departamento de Astronomía, junto a la estudiante de doctorado, Nitya Pandey, y al profesor del Departamento de Geofísica e investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, Rene Garreaud, fueron testigos del fenómeno desde el Campamento Glaciar Unión, la base chilena más cercana al Polo Sur.
En la ocasión, los investigadores realizaron una serie de mediciones y registros para estudiar la corona solar, recolectar información sobre la actividad magnética del sol, y determinar la respuesta atmosférica frente al eclipse en esta zona.
Luego de más de 14 días de espera y seis horas de vuelo hasta la base chilena más cercana al Polo Sur, el equipo científico pudo levantar su campamento en la zona del Glaciar Unión, en las cercanías del Monte Rossman, para observar el eclipse solar que ocurrió en la madrugada del pasado sábado 4 de diciembre.
El equipo fue encabezado por el director del Departamento de Astronomía de nuestra Universidad, profesor Patricio Rojo, quien explicó que la primera tarea que debieron realizar fue ubicar el lugar desde el cual realizarían las observaciones. De esta manera, evaluaron las mejores opciones para tener una visión despejada del eclipse sin que el Monte Rossman interfiriera de alguna forma, y asegurando la logística necesaria para los equipos.
"Lo siguiente que debimos hacer fue probar que el equipo que utilizaríamos podía sobrevivir sin problemas a las condiciones extremas de la Antártica, o aplicar los planes de emergencia en caso de que hubiera dificultades. Hay que pensar que para este tipo de tareas se utilizan monturas portables, mucho más livianas, pero que no están pensadas para lugares con las características antárticas, con fríos extremos, por lo que llevamos distintos modelos y marcas y artefactos como escaldasonos", relató el profesor Rojo.
Debido a que en este caso las observaciones se realizaron sobre el Sol y no respecto a objetos con brillos más débiles, como las estrellas, no fue necesaria la utilización de cámaras astronómicas, que están optimizadas para seguir ese tipo de cuerpos celestes. En esta oportunidad, el equipo llevó cámaras fotográficas de buena calidad con lentes de diferentes distancias focales para observar la corona solar a distintas escalas y niveles de acercamiento.
"También tuvimos un espectrógrafo, que nos permitió ver líneas espectrales de la corona, que es un seguimiento que se hace para tener información sobre la actividad magnética del sol, que tiene un ciclo de 11 años, y nos acercamos a la parte alta del mismo. Entonces, podremos comparar esta información con la observación de otros para poder entender más como el campo magnético afecta a la corona solar", explicó el académico.
Junto con ello, el equipo realizó observaciones meteorológicas para ver la respuesta de la atmósfera terrestre a la sombra de la Luna en un escenario de súbita desaparición de la radiación solar. "La última vez que hubo un eclipse en la Antártica fue el 2003, momento en que se hizo por primera vez esta observación con instrumentos de dos décadas atrás. Ahora trajimos mejores instrumentos y será la segunda vez que se mide esto y no solo a nivel de superficie, sino a distintos niveles de altura sobre ella, para estudiar la atmósfera y compararlo con lo que pasa en el resto del planeta", finalizó el profesor Rojo.
Integraron también la expedición la estudiante de doctorado, Nitya Pandey, y el profesor del Departamento de Geofísica e investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, Rene Garreaud.
Este será el último eclipse total de sol que será visible desde nuestro país en varias décadas. Créditos de la foto: Felipe Trueba.
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